Al hablar de la tabla periódica probablemente venga a la memoria el nombre de Dmitri Mendeleiev, primero en proponer la clasificación de los elementos conocidos en una tabla que los agrupase por familias. Fue sin embargo un tipo más desconocido, Henry Moseley, quien dio con la tecla que permitiría ordenar definitivamente la tabla periódica.
Nació el 23 de noviembre de 1887 en Weymouth (Inglaterra), hijo y nieto de conocidos biólogos, estudió en el Trinity college de Oxford y realizó sus investigaciones en la universidad de Manchester, bajo la tutela de Rutherford.
Su trabajo consistía en hallar la longitud de onda de los rayos X que emitían los elementos al ser bombardeados con rayos catódicos. Para ello Moseley utilizó una técnica cristalográfica según la cual la deflexión que producían los rayos X al incidir en un cristal dependía de su longitud de onda. Utilizando más de una treintena de metales, se dio cuenta de que los rayos X que aparecían en sus espectros de emisión tenían una longitud de onda que era inversamente proporcional al número atómico del elemento (ley de los números atómicos*).
De esta manera Moseley pudo averiguar el número atómico de los elementos conocidos y corregir la tabla periódica existente organizando ésta en función del número de protones en lugar de la antigua ordenación, que atendía a la masa atómica (ley de Moseley).
De esta manera Moseley pudo averiguar el número atómico de los elementos conocidos y corregir la tabla periódica existente organizando ésta en función del número de protones en lugar de la antigua ordenación, que atendía a la masa atómica (ley de Moseley).
Las conclusiones de Moseley quedaron probadas al predecir la existencia de tres nuevos elementos de números atómicos 43,61 y 75 ( tecnecio, prometio y renio), que posteriormente fueron descubiertos.
En 1914 regresó a Oxford para continuar sus investigaciones, sin embargo tuvo que abandonarlas por el estallido de la primera guerra mundial. Se alistó en los Royal Engineers como oficial de telecomunicaciones y fue destinado a Galípoli, donde Churchill pretendía un desembarco de tropas francesas y británicas que avanzasen hasta Constantinopla y tomasen el control del estrecho del Bósforo, vital éste para lograr abastecer al imperio ruso de armamento y para encerrar a los imperios centrales en el interior cortándoles los accesos al mar. Sin embargo esta ofensiva fracasó estrepitosamente y se cobró unas 250000 bajas en los aliados entre muertos y heridos. Henry Moseley fue uno de ellos. El 10 de agosto de 1915, mientras telegrafiaba una orden, un francotirador turco le disparaba en la cabeza, muriendo así este notable científico a la temprana edad de 27 años. Es debido a su muerte y a los progresos en física y química que se pudieron perder que el ejercito británico tiene prohibido el alistamiento de científicos en sus filas en tiempos de guerra.
Muchos científicos especularon con que Moseley pudo haber ganado un premio Nobel, sin embargo estos galardones no se conceden a título póstumo. Estas conjeturas son aun mayores teniendo en cuenta que en los años 1916 y 1917 no se entregaron dos Nobel de química y uno de física y que en los años 14,15 y 17 todos los premios de física estuvieron relacionados con la cristalografía de rayos X.
Son muchos los científicos que deben parte de su trabajo a las averiguaciones de Moseley. Los estudios de Rutherford o Bohr acerca de la naturaleza del núcleo atómico no podrían haber sido entendidos sin los descubrimientos de Moseley.
* En realidad el enunciado de la ley de los números atómicos es el siguiente: la raíz cuadrada de la frecuencia de los rayos X producidos cuando un elemento se bombardea con rayos catódicos es proporcional al número atómico del elemento.