Todo lo que hoy somos, lengua, cultura, leyes, creencias y tradiciones, o bien tiene su origen en Roma o bien ha quedado fuertemente influenciada por ella. De algo tiene que servir ser el mayor imperio del mundo durante más de cinco siglos y dominar desde el Atlántico hasta el golfo pérsico y desde gran Bretaña hasta Egipto.
Declarada la ciudad intramuros junto con el Vaticano, por la UNESCO, patrimonio de la humanidad en 1980, la ciudad de las siete colinas es, sin duda, un lugar digno de visitar.
Comenzamos la visita en la plaza de España, lugar de quedada de los jóvenes romanos, podríamos decir que sus escalinatas son a Roma lo que el oso y el madroño o el km 0 son a Madrid, bajamos por la vía Sistina, torcemos en la via del Tritone y ,sin darnos cuenta, casi como por arte de magia, entramos en una minúscula plaza y allí esta! La Fontana di Trevi. La primera vez que la vi quede impresionado, a punto de sacar escuadra y cartabón, ¿cómo puede caber semejante obra en una plaza tan pequeña?, difícil de encuadrar para sacar una foto de toda ella.No os olvidéis de echar tres monedas, con la mano derecha por encima del hombro izquierdo, como manda la tradición. Para terminar nuestro periplo por las plazas y las fuentes deberíamos dirigirnos a la plaza Navona, que con sus tres fuentes barrocas es un lugar ideal para sentarse a descansar y tomar un tartufo, (típico helado italiano), amado por unos y odiado por otros, pero que seguro, a nadie deja indiferente.
Tras reponer fuerzas con el tartufo, es hora de sumergirse de lleno en la historia de Roma y para ello debemos comenzar en la plaza Venezia y caminar por la vía del foro imperial. En ella podremos contemplar la columna y el mercado de Trajano, el Foro y el Coliseo. Creo que es indispensable llevar algún tipo de guía para visitarlos, sobre todo los dos últimos, ya que es así como realmente viajaréis, no sólo en lo geográfico sino también en lo histórico y artístico.
Caminar por la Vía Sacra, observar las exageradas proporciones de la basílica de Constantino. Subir al monte Palatino y ver la domus Augusta y la supuesta cabaña de Rómulo, o simplemente pasear por él y fotografiar desde su altura las impresionantes vistas del Foro y el Coliseo.
De vuelta a la Vía Sacra, pasamos por el arco de Tito y nos encaminamos hacia el Coliseo. Originalmente "Anfiteatro Flavio", los romanos le cambiaron el nombre por el de Coliseo por el coloso de Nerón, Una descomunal estatua de bronce de 35 metros de altura que le representaba y de la que, a su muerte, Vespasiano mandó sustituir la cabeza y los atributos por los del dios sol.
Mandado construir por Vespasiano y culminado por su hijo Tito diez años después, en su inauguración tuvieron lugar unos juegos que duraron 100 días. Con capacidad para unas 50000 personas, en él se daban combates de gladiadores, peleas de fieras, ajusticiamientos y se escenificaban grandes batallas romanas. En alguna ocasión llegaron incluso a inundarlo y construir barcos en su interior para escenificar batallas navales.
Tras ver estas tres inmensidades que por sí solas ocupan el kilómetro y medio de la vía del foro, vamos a decantarnos por ir a visitar una "pequeña" iglesia situada cerca de allí, se trata de San Pietro in vincole, o San Pedro encadenado. Esta iglesia, mausoleo del papa Julio II, es hogar del Moisés de Miguel Ángel. Impresiona acercarse a él ( todo lo que te permite el cordón de terciopelo) y contemplar las venas de sus brazos y sus manos. Es tal su realismo que dice la leyenda que al acabarlo Miguel Ángel le golpeó con el martillo diciéndole, "¿por qué no hablas?".
Creo que está atardeciendo, ¡genial! es hora de darse un paseo por el Trastévere, (tras el río Tiber), un barrio encantador para pasear tranquilamente por sus poco transitadas y hermosas calles y para cenar en una trattoría típica una buena pizza a un precio más que asequible.
Dejamos una mañana entera para ver el Vaticano, (suerte que reservamos por internet las entradas y el guía y nos ahorramos las dos horas de cola que rodeaban toda la muralla de la pequeña ciudad). Sede del papado y centro neurálgico de la iglesia católica, posee un museo que no debéis dejar de visitar, (con guía, por supuesto. Si es bueno será capaz de emocionaros ante tanta obra de arte). Increible la capilla sixtina, ojalá se pudiese visitar sin compartirla con centenares de turistas todos agolpados a la vez y tratando de "robar" una foto de su techo, pero no menos increíbles son el resto de miles de obras que alberga este museo. Personalmente me gustaron mucho "Laoconte y sus hijos" , de la escuela rodia de Grecia y "la escuela de Atenas" , de Rafael. Tras visitar el museo podemos subir a la cúpula de la basílica de San Pedro, echarnos una foto con la guardia suiza,( curiosa historia la suya), o visitar las tumbas de los papas, cerca de ellas, se me olvidaba, podéis ver "la Piedad" de Miguel Ángel.
Al regresar del Vaticano hacia el centro, y si no lo hicimos anteriormente al ir al Trastévere, haremos un alto en el castillo de Sant'angelo, mandado construir como mausoleo por el emperador Adriano, ha servido de edificio militar a la ciudad romana tras su anexión a la muralla Aureliana...
Como hemos dicho, Roma es la ciudad eterna y podría tirarme horas escribiendo de ella, (pasear por la vía Condotti y ver sus tiendas de lujo en las que pueden vender un bolso por unos 3000 €, visitar la Domus Áurea o casa de oro en el monte del opio, ver las catacumbas de la iglesia de San Sebastián...), pero creo que, a grandes rasgos, ha quedado descrita esta magnífica ciudad y espero que, si no la habéis visitado, lo hagáis en alguna ocasión.